El Faro de Cecilia: Una Historia madre e hijo
Cuando Jesús tenía 17 años, su cuerpo empezó a temblar “Parkinson juvenil” no diagnosticado.
Durante mucho tiempo, los médicos pensaban que fingía esos extraños temblores, mientras su madre Cecilia aguantaba su impotencia y rabia al escuchar los distintos “veredictos”. Más enjuiciamiento que evidencia.
Cecilia gritaba en silencio. Lloraba por las noches para vaciarse entera y así por el día poder mirar a su hijo y aguantarle una firme sonrisa. Un fino velo para no mostrarle su tristeza y frustración.
La adversidad amenazaba con fuerza la cordura de Cecilia. Las opiniones ajenas eran puñales que le hacían temblar también a ella, pero era de rabia: “¡conozco a mi hijo! ¡no finge! ¿no me escuchan? ¿no me creen?”.
30 años después, Jesús tiene ya cerca de 50 años y hay una fotografía que lo dice todo: él y Cecilia, juntos, orgullosos el uno del otro.
La relación entre madre e hijo se ha convertido en un vínculo inquebrantable, un ejemplo de cómo el amor puede superar cualquier adversidad.
El tiempo y la adversidad les ha mantenido unidos y fuertes.
Cecilia, que fue el faro de Jesús en los momentos más oscuros, sigue siendo hoy la luz que ilumina su vida.
Y esa… es la verdadera fuerza de esta historia: el amor de una madre que fue superando una a una todas las espinas del tallo de la vida, hasta llegar al mar de pétalos que su hijo tenía guardados para ella.
Gracias Cecilia y Jesús por enseñarnos a ver lo que se gana cuando uno no se rinde.
